miércoles, 22 de octubre de 2008


Las calles estaban realmente húmedas, tanto como nuestros deseos,
Nada importa,
ni el peligro,
ni el miedo que suponía arriesgarse a liberar el calor de nuestros cuerpos en esa ciudad, imponente,
abrasiva,
intensa.

El espacio tiempo se iba reduciendo cada vez más. Temía llegar al final de ese momento, pero los movimientos no tardaron en llegar. Fue precisamente cuando deseable, las manos se perdieron en las profundidades de tu cuerpo y en tu cuello me precipité al vacío.

No sabía si tendría que volver de nuevo.
La oscuridad era cómplice, la noche era perfecta para convertirse en mito..
era de una belleza decadente y elitista, pero los segundos iban diluyéndose y el final era imprevisible.
Desenredar aquel nudo de besos era prácticamente imposible (perfecto)
Sobredosis de éxtasis huracanados, terremotos que provocaban la lluvia de temblores propagados desde el epicentro de tu cuerpo.

[…De lejos se escuchaba el mejor rock and roll de la ciudad que llenaba de impulso la noche. Sabía que más allá podría crecer el fuego que arrasase con la gran enfermedad que azotaba a la ciudad. La revolución estaba servida..]